martes, 6 de diciembre de 2011

9 AÑOS DE DOCENCIA. MÁS QUE UN MASTER.

Soy joven en este trabajo, 9 años, la docencia es de esos trabajos en los que tardas lustros en conocer a fondo la profesión. Aunque muchos piensen que dar clase es cíclico, y que incluso es aburrido, trabajar en la escuela, sobre todo en la pública es una carrera de fondo, en la que cada año puedes aprender, y mucho.

Lo importante es proponérselo. Yo he tenido la oportunidad de trabajar en centros de diferentes zonas, con diferentes mapas sociales, y en diferentes puestos de trabajo.

He sido interina en un centro de nueva creación, así que a la fuerza me hice una coraza en primer ciclo, alumnado de 12 a 16 años, muchos de ellos repetidores en algún momento de su escolarización, y 4 de cada 10 posibles abandonos escolares, no exagero si me circunscribo a la zona en la que trabajo. Aprendí pronto que mis alumnos no son sólo estudiantes, de hecho muchos no los son, son a veces herederos de la tierra en la que nacen o viven, herederos sociales de los problemas que creamos los mayores, y que sus padres o tutores viven en primera persona.

He sido tutora en bachillerato, y he tenido la suerte de tener entre mis tutorando otros herederos sociales, aquellos que han mamado el interés y además tienen capacidad para desarrollarlo. Ahora algunos estudian postgrados, o grados de ciencias. Por supuesto estos vivían en otras zonas, en una capital de provincia, y sus padres no vivían en aquellos momentos entre los problemas sociales, y tenían la conciencia de lo que significaba la educación de sus hijos, o incluso sus profesores…

He sido jefe de estudios en un centro de más de 30 unidades, era adjunto y trabajaba para ese primer ciclo del que antes hablaba. Allí me dí cuenta lo difícil que es coordinarse, trabajar en una dirección y evaluarla. Te das cuenta en seguida, de que el gran volumen de alumnado no permite ser flexibles, que la individualización de la educación es una quimera sin verdadera voluntad y recursos. Que las ratios de alumnado son fundamentales para crear buenos estudiantes, pero que los métodos son primordiales para manejar cualquier ratio de alumnado. Que la heterogeneidad es necesaria siempre que las necesidades no se coman “por las patas” a la mínima excelencia, y que la excelencia se puede desarrollar desde la más humilde de las composiciones heterogéneas, con métodos de cooperación entre iguales y equipos de docentes coordinados…

Volví a la tierra y llevé un grupo de 3ESO, trabajé duro por estar en contacto con familias, por coordinar a los profesores de mi grupo, y atender uno a uno los problemas de mis alumnos, recibí el cariño de los padres, la incomprensión de algunos docentes y el “abrazo” de muchos de mis alumnos.

Ahora, soy liberada sindical, y la innovación que invoco en la escuela no puedo ni soñarla en un puesto como este. Todo son consignas y la profesionalidad se enfrenta al rendimiento sindical. La falta de verdaderos protocolos de control a la administración, de comunicación, de trato al afiliado, al docente, entre liberados o entre sindicatos, permite el inmovilismo o la “farsa” del movimiento, y la lucha contra esa imagen es difícil y ardua, pero es el momento del cambio, y la crisis es la gran excusa para todos los sectores y para la administración ¿no?, pues aquí nos ha llegado también, y tendremos que reinventarnos, lo estoy deseando.

Busco cada día el rigor y la disciplina profesional. Sin eso no creo que ninguno de los puestos que he ejercido y ejerceré sean de merecidad permanencia.

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