Por eso me pregunto si el método que uso para enseñar es el adecuado.
A mí me enseñaron primero explicando y luego practicando, más tarde y muy pocas veces trabajaba el aspecto más práctico de las matemáticas. O de otras ciencias.
A mí me gustaban, y no tenía problemas, así que no soy un buen ejemplo para decidir que es un buen método.
Me pregunto que pensarán los compañeros de otras especialidades que siendo brillantes en historia, o en inglés odiaban mi asignatura preferida.
Mis alumnos, muy poco acostumbrados a enfrentarse a problemas nuevos, a usar su cuaderno en el que borrar debe ser un arte, y no un fastidio como les parece, no entienden casi nada de lo que explico usando los métodos clásicos.
Así, que lejano a lo que hacen los libros empiezo mis temas por el final... Por los problemas... y si pueden ser con enunciados tangibles en sus vidas, o en su entorno pues mejor...
Esta vez, en primero de la ESO he trabajado las proporciones, hicimos problemas muy sencillos, ¿qué le pasa al perímetro de esta figura si multiplico por dos sus lados? ¿Cuánto tardas en llegar a tu destino, si el destino está a mitad de camino?...
Después hemos bajado a medir el huerto escolar, donde ellos mismos plantaron habas, ajos...al principio de curso...
¿Cuántos metros de bordillo necesitamos para rodear el huerto? ¿Cuántos metros cuadrados para hacer una tela que lo cubra como un invernadero?¿Cuántas filas habría si hiciéramos el huerto 25 veces más largo?Dibujamos un plano a escala del huerto...
Aun no lo entendieron, pero para explicarles los problemas teníamos allí mismo las soluciones, los bordillos, las plantas ....
Volvemos a clase, y allí qué hicimos,... pues describir el modelo, el comportamiento de las magnitudes directamente proporcionales, las tablas de proporcionalidad y las reglas de tres....
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